Llamamiento por un ecosistema diverso de pruebas

"A la evaluación se le da un tratamiento injusto, tanto porque se le otorga un peso superior al que merece, como porque recibe, ciertamente, menos atención de la que necesita. La evaluación de la calidad es una herramienta valiosa en la comprensión y mejora del aprendizaje para las personas y para las instituciones. Sin embargo, olvidamos este aspecto y la utilizamos como un arma para juzgar y procesar; de hecho, para etiquetar a las personas".

Llamamiento por un ecosistema diverso de pruebas

El siguiente artículo ha sido escrito originalmente para WISE ed.review. Para leer el artículo original en inglés, haga clic aquí. Sigue la actualidad de WISE en @WISE_es.

Este artículo es parte de una serie desarrollada alrededor del siguiente tema de debate: ¿Qué alternativas existen a las pruebas estandarizadas? (parte 4 de 4).

Meeta_Sengupta

Meeta Sengupta
Fundadora del Centro para la Estrategia de Educación, India

 

 

La evaluación es el punto medio natural de cualquier ciclo de aprendizaje. Y, con todo, sigue batallando para encontrar el lugar que realmente le corresponde, siendo relegada a menudo al momento final. A la evaluación se le da un tratamiento injusto, tanto porque se le otorga un peso superior al que merece, como porque recibe, ciertamente, menos atención de la que necesita. La evaluación de la calidad es una herramienta valiosa en la comprensión y mejora del aprendizaje para las personas y para las instituciones. Sin embargo, olvidamos este aspecto y la utilizamos como un arma para juzgar y procesar; de hecho, para etiquetar a las personas. «Este es un buen estudiante porque las puntuaciones académicas en sus evaluaciones fueron mejores que las del resto de personas que realizaron la misma prueba estándar», es un razonamiento que a menudo oímos. Culturas enteras veneran a quienes sobresalen en los exámenes, y les recompensan abundantemente con primas salariales, mejores oportunidades y una vía más rápida para llegar al éxito.

Si bien es innegable que las pruebas y las evaluaciones pueden realizar la función de selección, resulta un tanto ambicioso exigir de una prueba el cumplimiento de diversos objetivos. Se espera que las pruebas estandarizadas lo sean todo para todos; en cierto modo, que sean superexámenes. Se utilizan como marcadores para juzgar a docentes y escuelas, incluso a distritos escolares enteros, y al mismo tiempo, son marcadores de superación de etapas en el progreso del estudiante y filtros de selección para trayectorias futuras. Esto aumenta las expectativas de todos los participantes en el sistema, que se ven forzados a trabajar pensando en la prueba y hacer poco más. El propósito principal de las evaluaciones se olvida en este proceso, y el objetivo clave de la evaluación, identificar oportunidades de aprendizaje futuras para cada estudiante, queda fuera del foco.

Las soluciones estándar ofrecidas apuntan a hacer cada vez menos pruebas. Pero es posible que la solución pase justamente por aumentarlas. De hecho, en mi etapa anterior como docente, se me advirtió acerca del exceso de exámenes en el aula. A nivel sistémico, no obstante (y me juego el tipo diciéndolo), tengo el convencimiento de que necesitamos invertir para que haya más pruebas. Necesitamos un espectro más amplio y, efectivamente, un ecosistema diverso de pruebas. Deben ser mejores y estar diseñadas para un fin, y necesitamos que haya más para asegurar que se proporcionen a los estudiantes muchas oportunidades para hacerlo bien. Más pruebas, con menos riesgo en cada prueba. Si las categorías son más amplias y cada una se diseña con cuidado, pensando en un fin específico, y se administra con frecuencia y regularidad, cada prueba implicará riesgos menores.

¿Queremos con esto decir que cada niño, clase y escuela debe examinarse con más frecuencia? No, no necesariamente, a menos que así lo decidan. Significa que debe existir una variedad más amplia de exámenes fiables a su disposición, para que puedan conseguir reconocimientos adecuados a sus intereses y habilidades. Un niño que esté más interesado en las matemáticas podrá someterse a más pruebas en esta área, avanzando a pasos más cortos. Otro niño con talento artístico puede mostrar su trabajo y recibir feedback y reconocimientos a través de otro mecanismo. El artista no necesita probarse en matemáticas avanzadas, ni el matemático tiene por qué torturar el pincel más allá de lo estrictamente necesario.

Así se transforma en esencia la educación, y se la configura como un proceso de aprendizaje y elección, de identificación de talento y de fomento de habilidades. La escuela, pues, no es necesariamente un centro de examen; más bien es un centro destinado al aprendizaje. Significa que las clases tendrán más diversidad en los años iniciales; y significa también que los profesores no pueden limitarse a enseñar para preparar un examen. Disponer de un ecosistema de pruebas más amplio y diverso no necesariamente implica romper con el sistema escolar, aunque puede utilizarse para fomentar una diversidad de competencias.

Ahora contamos con la ayuda de la tecnología, que nos permite realizar pruebas de diversos modos, y procesar paquetes de datos más pequeños. Los estudiantes no se ven obligados a apuntar a un solo tipo de aprendizaje si existe variedad suficiente en las pruebas, incluso siendo todas rigurosas. Una variedad más amplia de pruebas, también nos permite a los investigadores ir más al detalle y así poder identificar las mejores prácticas sistémicas. La adopción de múltiples pruebas permite tanto a los estudiantes como a las organizaciones escolares, identificar los talentos y lagunas propios en pequeñas dosis. Entonces pueden potenciar esos talentos u ocuparse de cubrir las lagunas detectadas. La frecuencia en los exámenes asegura que las lagunas sean pequeñas, igual que lo son las ganancias. Desde un punto de vista sistémico, esto permite que los estudiantes tomen referencias de su situación rápidamente, pero esta vez, favoreciendo que ellos mismos tomen las riendas del cambio y puedan ponerse al nivel de otros compañeros de manera temprana, a través de múltiples micro-pruebas.

Mucho hay también que decir a favor de la multiplicidad de exámenes, cada uno compitiendo con los demás, en lugar de ver a niños y escuelas compitiendo entre sí. Deje que el diseño de las pruebas se enfoque a su objetivo, de forma que cada una de ellas ofrezca información al estudiante sobre su potencial y logros, y permita que esto se reitere en las siguientes. Las pruebas o exámenes múltiples representan la oportunidad de someter a ensayo las múltiples inteligencias, y cada estudiante dispone de muchas oportunidades para puntuar. Dejemos que el examen no sea una gran dificultad, que sea como una hora de lectura o de actividad deportiva llevada a cabo en la escuela. La responsabilidad recae ahora en los expertos en datos, para que formulen las preguntas apropiadas y busquen grandes soluciones a nivel sistémico a partir de esta diversidad; de forma que cada prueba sea estandarizada, rigurosa y agradable. Ningún niño quedará atrás cuando se le dé la oportunidad de ponerse al día. Otra oportunidad, y vuelta a empezar.

Lee el primer artículo (1 de 4): Reinventar los exámentes: «¿Cómo y cuándo deben evaluarse las competencias?»

Lee el segundo artículo (2 de 4): Poner la tecnología a prueba

Lee el tercer artículo (3 de 4): Fomentar una mentalidad creativa

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